Creciendo con Girlpool

Tenía apenas 19 años en el momento del debut de Girlpool, Before the World Was Big y, especialmente a una edad en la que muchos de tus pensamientos se sienten devastadoramente únicos, escucharlo se sentía un poco como si alguien estuviera mirando directamente dentro de mi cerebro. En retrospectiva, Harmony Tividad y Cleo Tucker — como lo demuestra la gran popularidad de su álbum entre esa generación de adolescentes tardíos fanáticos del indie rock — eran, a los 19 y 20 años, simplemente maestras en articular la casi universal confianza inestable de ser de esa edad, de ser arrojado a un mundo incierto y emocionante y estar atrapado entre la inocencia y la pérdida de ella.

Con cada canción asombrada, cruda y centrada en la armonía vocal, cosieron juntos nuestra dicotómica comprensión hacia atrás hacia un mundo inocente no más complicado que nuestro entorno inmediato y hacia adelante hacia “la certeza en la forma en que decimos nuestros nombres”. Para cuando su segundo álbum Powerplant de 2017 llegó — repleto de más intensidad y ocasionalmente deslizándose en algunas experimentaciones juguetonas ausentes en su primer álbum — se sentía un poco como si estuviéramos creciendo junto a ellos. Ahora, la tercera iteración de un catálogo que documenta centralmente el proceso de moverse de un ser, una fase, a la siguiente, What Chaos Is Imaginary nos da el placer de escuchar a Girlpool continuar afianzándose aún más, con la mayor honestidad desordenada de cualquiera de sus trabajos.

Una de las diferencias audibles más prominentes desde su último álbum surge como resultado de Tucker, quien se declaró trans en el tiempo entre álbumes, comenzando con testosterona, lo que provocó que su voz bajara a un rango de tenor. Esto — junto con ser el primero de sus álbumes en el que las canciones individuales fueron escritas independientemente por Tucker y Tividad, algunas pistas incluso apareciendo en etapas anteriores en el álbum en solitario de Tividad — crea una separación armoniosa de dos voces que antes se presentaban como una unidad indiferenciada. Pero no te equivoques, aunque sus historias y voces individuales se manifiestan en este álbum, una de las mayores fortalezas de Girlpool es, y siempre ha sido, su vínculo palpable, creativo y de otro tipo. Todavía son Girlpool, y la música que están haciendo aún es una instantánea de las historias que están contando juntas. “No es una coincidencia que este álbum realmente lleve nuestras identidades en dos manos”, dijo Tucker a Document sobre su decisión de la portada del álbum. “Es bastante hermoso que la imagen transmita que hay dos personas trabajando y nos estamos apoyando mutuamente, allá en el cielo”.

La instrumentación también está mucho más desarrollada que la de sus trabajos anteriores, con la adición de una sección de cuerdas esporádica y exuberante, un ritmo más robusto y complejo, y desvíos experimentales frecuentes que no necesariamente estarían fuera de lugar en los favoritos del noise rock o shoegaze de los años 90. Y aunque la simplicidad y accesibilidad es gran parte de lo que Girlpool hizo tan perfectamente al principio, para bien o para mal, los riesgos y la audaz naturaleza musical suenan como resultado de la confianza aventurera que se gana cada vez que sientes que creces, cada vez que te acomodas un poco más en ti mismo.