FKA twigs’ Ancient, Futurist, Uncanny Magnum Opus

Alinea las portadas de todas las obras anteriores de FKA twigs — sencillos, EPs, álbumes — en una fila y verás su cara y cuerpo en diferentes grados de manipulación: cortados, recortados, pintados, deformados, adornados. De hecho, verás este tema visual disperso entre sus videos y actuaciones en vivo, de los cuales también tiene una cantidad sustancial de supervisión artística.

La imaginería de la carrera de twigs es una aceleración impactante de una tradición consagrada en el arte (más comúnmente en el arte de inclinación feminista) de la unión entre bellas expresiones de humanidad con lo grotesco y lo inquietante. Para twigs — sonoramente, vocalmente, visualmente — la forma humana natural es solo un juguete. Ninguna otra visual podría ser tan adecuada para una discografía que convierte la experiencia personal (“Todas las canciones que escribo son autobiográficas”, dice a Apple Music) en una tormenta de ritmos de clubes futuristas y desconcertantes, riesgos de avant-pop, y actuaciones vocales desquiciadas al nivel de Kate Bush y Bjork. Hasta este punto, el gestalt de twigs es una imagen constantemente abrumadora y desafiante. Pero MAGDALENE es de otro nivel.

Educada en la iglesia católica, toma prestada música gregoriana y de la iglesia medieval y cuenta con productores como Nicolas Jaar, Skrillex, Daniel Lopatin y benny blanco (junto con la propia twigs) para crear un mundo, tanto antiguo como futurista, que recontextualiza la historia de una figura bíblica incomprendida en un suspiro (“mary magdalene”) y alude a la masturbación depresiva (“daybed”) en el siguiente. Por un lado, está impregnado de narrativas de lucha y cuestionamiento — twigs pasó por una relación y ruptura altamente escudriñada públicamente y una dolorosa condición de salud mientras escribía el álbum — pero en su conjunto, MAGDALENE deja un sabor de crecimiento y fuerza en tu boca. “Para un hombre que pueda seguir su corazón / Y mantenerse en mi terreno sagrado”, demanda en su colaboración con Future, “holy terrain”.

El pico del álbum — y una de las mejores canciones de la década, punto — sigue siendo el primer sencillo y el cierre del álbum “cellophane”. La actuación vocal por sí sola, un eco controlado del timbre de alguien tratando de hacer un punto mientras está al borde del llanto, muerde, corta y suplica. El video la muestra haciendo pole dance de manera inquietante en una actuación que es a la vez sincera y una farsa de sí misma. Es perfectamente representativo de MAGDALENE en su conjunto: una meditación técnicamente asombrosa envuelta en absurdo que se siente extrañamente normal cuando se coloca junto a la dolorosamente implacable performance de existencia que el álbum intenta (y logra) encapsular.