Algunas cosas son simples. Entonces, ¿por qué tratar de explicar cómo estas noches respiran, o la necesidad de paciencia, o la sensación de que los números están escritos en nuestras muñecas? En su lugar, perdámonos un poco en el techo y charlemos con los chicos de la ciudad. Relajémonos y lleguemos tarde con nuestra tristeza casual y suave, como hacen las personas en las películas. Intentemos volver a lo clásico, si podemos. Y cuando nos pregunten quiénes somos, recordemos que esta noche el sol está ahí afuera comenzando de nuevo con alguien nuevo, y la luna está borracha, y podemos ser quienes queramos ser.
\nAsí que vamos a ello y bailemos. No por las gradas o los hatchbacks o los álbumes de recortes en el ático, sino por aquí, ahora. Por esta habitación y estas manos y esta piel. Por esta verdad y estos planes y este gin. Por la gracia de perdonar, y para admitir que en estos días no podemos recordar lo que queremos decir cuando hablamos de amor. Más allá de que nuestros corazones se embriagan con ritmos descontrolados en algún lugar de Brooklyn. Y nuestras cabezas en paz.
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