Cada semana, te hablamos de un álbum que creemos que necesitas explorar. El álbum de esta semana es The Nashville Sound, el nuevo álbum de Jason Isbell.
Cuando surgió de los Drive By Truckers en 2007, nunca habrías imaginado que Jason Isbell sería un tipo que acabaría encabezando teatros, siendo perfilado por todos, desde NPR hasta The New York Times, y que tendría múltiples Grammys. Pero aquí estamos, en 2017, y el cantante y compositor ganador de varios premios Grammy Jason Isbell está lanzando uno de los álbumes más esperados de este verano, The Nashville Sound. A diferencia de sus contemporáneos Chris Stapleton y Sturgill Simpson, Isbell se beneficia de no tener que vivir a la altura de la designación que se les otorga a los tres, que ellos van a “salvar” la música country. Ha estado lidiando con la etiqueta de “Música Country para Personas que Odian el Country” desde 2002, cuando se unió a los Truckers, así que es libre de hacer su música y dejar que se deslice la pontificación sobre lo que sus discos significan, hombre. En su lugar, puede hacer álbumes como The Nashville Sound.
El revuelo previo a la salida de Nashville, el primer álbum de Isbell con los 400 Unit desde Here We Rest de 2011, ha sido que es un álbum de “rock”, lo cual es cierto en el sentido de que hay más guitarras aquí que en Something More Than Free, y esas guitarras rasgan y chillan más que en cualquier álbum de Isbell jamás, probablemente. Pero esa designación hace que parezca que este no sería el introspectivo y reflexivo vistazo a su propio subconsciente que fueron sus últimos dos álbumes. A pesar de que Isbell grita “he cantado suficiente sobre mí mismo” en “Hope the High Road”--la canción más fuerte de este álbum--The Nashville Sound afirma que no hay tres compositores vivos en este momento mejores en la autoexaminación que Isbell.
El álbum se abre con la melódica “Last of My Kind”, una canción fundamentalmente sobre no encajar en ningún lugar al que vayas, y transita a una de las canciones de rock más impactantes del álbum, “Cumberland Gap.” La idea de no poder escapar de una ciudad natal es un viejo tropo en la música country, pero “Cumberland Gap” reimagina una ciudad natal como algo que puede “devorarte por completo”, dejarlo significaría abandonar a tu madre, y donde la única opción es eliminarte con alcohol y las “cosas más duras.” “Molotov” es el otro extremo de esa obliteración alimentada por la ciudad natal; al son de una canción de Steve Earle de 1987, encuentra a Isbell pidiendo disculpas a la versión más joven de sí mismo por no autodestruirse como pensó que lo haría.
Isbell a veces puede ser un compositor excesivamente sentimental, pero dado el triunfo sobre sus problemas que ha tenido, se le puede permitir algunas caídas en lo cursi. Así que, aunque “White Man’s World” es, con mucho, la canción más incómoda aquí--es casi una canción de Macklemore--también hay que aplaudir a Isbell por ser el único artista country en la memoria reciente que reconoce directamente el privilegio blanco, y preocuparse por los pueblos de color enterrados que han permitido a los blancos vivir la vida que tienen. Aunque imagino que la mayoría de los fanáticos de Isbell no se identificarán como alguien que esté contento con la subordinación de los nativos americanos, sigue siendo al menos moderadamente radical que un tipo de dentro del firmamento de Nashville diga las cosas que dice aquí; la mayoría de las estrellas del country han estado bastante calladas en la era de Trump respecto a cómo se sienten sobre el clima político en América.
Los picos de The Nashville Sound ocurren cuando se vuelve callado y profundamente conmovedor. “Tupelo”, una canción sobre salir tras una chica hacia una ciudad desconocida es un punto destacado, y también lo es “Chaos and Clothes”, una canción que convierte a los ex amantes en el caos y la ropa que dejan atrás. Isbell recuerda a los amantes según su camiseta negra, y se esfuerza por odiar a su nuevo novio, pero no puede odiar a alguien que no conoce.
Mucho de la cobertura de Isbell en estos últimos cinco años se ha centrado en su superación del alcoholismo y en conseguir que su vida se asemeje a un camino. Ha sido un libro abierto al respecto en entrevistas, y especialmente en sus discos; ahora es un hombre nuevo. Una de las partes más atractivas de The Nashville Sound es cómo está listo para pasar a lo que sea esta nueva fase de su vida, sin quedarse atrapado en el pasado. “He tenido suficiente de los blues del hombre blanco,” canta Isbell en “Hope the High Road.” “Así que si estás buscando malas noticias, puedes encontrarlas en otro lugar.” Isbell ha encontrado su camino de regreso a ser solo un tipo normal haciendo buena música, sin la presión y el tumulto emocional que lo alimentaban.
Andrew Winistorfer is Senior Director of Music and Editorial at Vinyl Me, Please, and a writer and editor of their books, 100 Albums You Need in Your Collection and The Best Record Stores in the United States. He’s written Listening Notes for more than 30 VMP releases, co-produced multiple VMP Anthologies, and executive produced the VMP Anthologies The Story of Vanguard, The Story of Willie Nelson, Miles Davis: The Electric Years and The Story of Waylon Jennings. He lives in Saint Paul, Minnesota.