Álbum de la Semana: 'Sleep Well Beast' de The National

El otro es Berninger recordando tener que esquivar a fotógrafos para Spin y a los miembros de Interpol que estaban posando para una nota sobre Turn on the Bright Lights mientras se dirigía al espacio de ensayo de The National (que estaba al lado) después de haber trabajado todo el día.

Esas anécdotas son interesantes, y no solo porque Berninger se presenta como un Zelig del rock de NYC: The National técnicamente eran parte de la misma escena que generó cada banda significativa de Nueva York de este siglo, y a pesar de todas las adversidades, a pesar de que son perfeccionistas obsesivos, a pesar de no haber hecho una sola canción que haya tenido éxito en la radio rock, son los últimos que quedan, los últimos que hacen música que sigue siendo vital y mejor que el último álbum, que nunca se han separado (¿Qué pasa, LCD Soundsystem?).

Así que aquí están The National con Sleep Well Beast, su séptimo álbum desde 2001, y el primero desde Trouble Will Find Me. Grabado en el norte del estado de Nueva York en su estudio base Long Pond, Sleep Well Beast es uno de los álbumes más fuertes de la banda, uno que empuja su sonido a nuevos territorios, y es líricamente tan introspectivo y profundo como siempre. Donde sus álbumes anteriores lucharon líricamente sobre lo que sucede cuando has hecho todo "correcto" en tu vida y aún te sientes insatisfecho, este álbum aborda lo que ocurre cuando has hecho las paces con siempre luchar por la satisfacción, pero aún estás tratando de negociar una existencia pacífica con tu pareja —que tiene sus propias batallas con su propia satisfacción personal— en cualquier futuro que puedan tener juntos.

En los años desde Trouble Will Find Me, el producto más público de The National fue The Day of the Dead, la monstruosa recopilación que reunió a una multitud de artistas independientes versionando a Grateful Dead. El álbum fue dirigido por los hermanos Dessner, y aunque The National son una banda insular, es difícil no ver el efecto de pasar meses viviendo en la yurta de Grateful Dead en el sonido de Sleep Well Beast. "Turtleneck" suena como fuegos artificiales de guitarra. "The System Only Dreams in Total Darkness" tiene quizás el primer riff de guitarra en el cancionero de The National, una figura áspera y rasgante que danza sobre y alrededor de la melodía principal, antes de explotar en un solo de guitarra "Whoa, dude" al final. Y "Day I Die" podría ser la canción más rockera y desgarradora que ha hecho The National desde "Mr. November."

Pero también hay una influencia electrónica pronunciada en Sleep Well Beast, principalmente representada en texturas que proporcionan una base para el resto de la canción. "I’ll Still Destroy You," la canción titular, y "Guilty Party" tienen sonoridades que no desentonarían en un álbum de Radiohead. El final de "Dark Side Of The Gym" también presenta probablemente la porción más espaciosa y libre de cualquier canción de The National.

Líricamente, Sleep Well Beast es una de las salidas más fuertes de Matt Berninger. El sencillo principal "The System Only Sleeps In Total Darkness" aborda no tener respuestas sobre por qué las cosas son como son, y luchar para no dejar que el sentimiento de que todo simplemente se resolverá te consuma. Hay una canción sobre cómo amar a alguien a veces se siente como mendigar ("Born to Beg") y una canción sobre drogarse y pelear con tu pareja sobre si tienen o no un futuro ("Day I Die"). Pero la pieza central del álbum es "Guilty Party," una canción sobre las complicaciones del matrimonio, y cómo los resentimientos y la familiaridad se acumulan hasta el punto donde ninguna de las partes siente que está obteniendo algo del matrimonio. Es la larga cola de "Slow Show," lo que pasa cuando has llegado a casa lo más rápido que puedes y lo único que queda por hacer es llevar un registro de los "Summers of Love" que pasan entre ustedes. Es una canción devastadora, que termina con este coro:

“Digo tu nombre /

Digo que lo siento /

Soy yo quien está haciendo esto /

No hay otra manera /

No es culpa de nadie /

No hay partido culpable /

Solo me queda nada, nada que decir”

Que The National todavía esté aquí, escribiendo canciones tan brutalmente honestas y devastadoras como esta no solo es genial para nosotros, es notable. Durante estos últimos 16 años, nos han llevado desde lo que se siente ser un joven de casi 30 buscando algo, cualquier cosa más y ahora están aquí en sus 40 expresando preocupación sobre lo que es esforzarse por ser lo mejor en la mediana edad —y quizás fracasar interpersonalmente— mientras hacen la mejor música de sus vidas.