obra y artículo de David Pemberton
Hubo un tiempo en el pasado distante cuando la música Country era buena. Johnny Cash y Loretta Lynn entonaban baladas sobre la fe, la pérdida y la familia y, en ocasiones, sobre la cocaína. Todo se producía con una rudeza universal que podía tocar cualquier cuerda del corazón. Cuando Cash canta “On a Sunday morning sidewalk, I'm wishing, Lord, that I was stoned. 'Cause there's something in a Sunday that makes a body feel alone,” o cuando Loretta Lynn canta, desafiantemente, “Just stay out there on the town and see what you can find. ‘Cause if you want that kind of love, well, you don't need none of mine,” bueno—maldita sea—sientes algo.
Recuerdo haber comprado “Live, from Folsom Prison,” cuando era niño. Era joven y vivía en Seattle, escuchando cualquier cosa que lanzara Sub Pop, pero este disco era diferente y notablemente genuino, y siguió siendo el único álbum Country en mi colección durante más de una década. Lo llevé conmigo a todas partes.
Pase todo 2014 trabajando como escritor independiente en Nashville, TN. Fue divertido y romántico, pero—en su mayor parte—pagaba casi nada. Mis amigos y yo bebíamos en mi apartamento para ahorrar dinero, desvelándonos y escuchando discos entre los descansos para fumar. Había hecho amistad con un músico local llamado John Davey, y cada tanto aparecía con un puñado de LPs. Hubo una noche, entre nuestro octavo y noveno cigarrillo, cuando John sacó “Metamodern Sounds in Country Music” de su bolsa.
Este profundo twang se filtró de los altavoces como algún tipo de conjuro. “He visto a Jesús jugar con llamas en un lago de fuego en el que estaba de pie. Conocí al diablo en Seattle, y pasé nueve meses dentro de la guarida del león.” John soltó un largo suspiro relajado y luego, casi al unísono, comenzó a cantar con el disco. “Conocí a buda otra vez, y él me mostró una luz resplandeciente dentro. Pero juro que Dios está allí, cada vez que miro a los ojos de mi mejor amigo.”
Muy raramente una canción me ha cautivado tan rápido. Le pregunté a John quién demonios estábamos escuchando. Era la primera vez que escuchaba el nombre Sturgill Simpson.
Nacido y criado en Kentucky, Simpson reclama una pedigrí sureño que no le dejó más opción que ser cantante de Country. Su padre era un policía estatal que trabajaba en narcóticos encubiertos y su madre era secretaria, proveniente de una familia de mineros de carbón. Comenzó una banda de bluegrass antes de dejar la música para trabajar en el ferrocarril. Eventualmente se mudó a Nashville con su esposa y grabó “Metamodern Sounds in Country Music” por poco menos de $4,000.00.
Una biografía que podría haber sido escrita por Flannery O’Connor.
La primera canción del álbum, “Turtles All the Way Down,” suena como un estándar Country olvidado hace mucho tiempo. Se mantiene fiel a la forma, con un ritmo propulsor y un acento lírico que podría provenir solo del Sur. Las letras, por otro lado, son a la vez bastardizadas y legítimas.
Cuando Cash cantó “I'm wishing, Lord, that I was stoned,” hacía referencia a algo que siempre ha estado en la raíz de la música Country: la religión. Y eso es lo que encuentro tan ingenioso—tan fiel—en las letras de Simpson. La canción comienza con “I saw Jesus...” que, seamos honestos, es de alguna forma la premisa inicial para el 90% de la música Country. “Met the devil in Seattle...” Ok, claro, muchos artistas Country cantan sobre luchar contra los demonios de las drogas, las mujeres y el alcohol, así que esta es una gran manera de mantener la canción en curso. “Met buddha yet another time, and he showed me a glowing light within.”
Maldita sea, eso es buena escritura.
Una canción Country que menciona a Buda, o, tal vez más sorprendentemente, insinúa el universalismo, corre el riesgo de ser construida sobre la afectación. La descripción suena como una parodia, un chiste, un fragmento de algún programa de entrevistas nocturno. ...Pero no lo es. No, cuando Simpson canta “I swear that God is there, every time I glare into the eyes of my best friend,” es tan genuino y válido como cuando Loretta Lynn pedía por esa antigua religión.
“Turtles All the Way Down” de Simpson está buscando, está indagando, y como los estándares Country que la dieron a luz, encuentra revelación. “So don’t waste your mind on nursery rhymes, or fairy tales of blood and wine, it’s turtles all the way down the line.”
Un cuento de hadas de sangre y vino es una referencia bastante directa al Nuevo Testamento. Junto con “turtles all the way down the line” es fácil entender lo que Simpson está tratando de decir.
Ese fragmento sobre las tortugas hace referencia a Bertrand Russell. En varias conferencias, Russell contó una historia sobre hablar con una anciana que le dijo que el mundo estaba asentado sobre el caparazón de una enorme tortuga. Cuando él le preguntó qué había debajo de la tortuga, ella le dijo que era una tortuga aún más grande. Y así él pregunta qué había debajo de esa tortuga, y la mujer le dijo que era una tortuga aún más grande. De hecho, ella dijo, son tortugas, tortugas, tortugas todo el camino.
Amo a los ancianos.
La historia, casi como una parábola, es una especie de explicación simple contra la religión. Si el mundo descansa sobre las espaldas de una tortuga, entonces ¿sobre qué descansa la tortuga? Si todo proviene de Dios, entonces ¿de dónde viene Dios?
Simpson deja muy claro que su marca de música Country es desafiante. Si no te has dado cuenta, hemos pasado todo este tiempo hablando sobre una canción, y hay una razón para ello. “Turtles All the Way Down” es un golpe de apertura impresionante, y es demasiado ingenioso para no ser deliberado. Podría leerse como un manifiesto, o al menos una declaración. Simpson deja claro que ha abrazado plenamente sus raíces Country mientras actualiza su estética cultural.
El álbum se llama “Metamodern Sounds in Country Music,” después de todo.
Sturgill Simpson está haciendo la música Country que el mundo necesita. Puedes escuchar que la ama en cada canción, pero también que sabe lo que puede llegar a ser. Trabaja dentro de sus límites mientras rechaza artísticamente y deliberadamente la cultura negativa que a menudo la promueve. Es un forajido más que nada, de su propio género.
Simpson toma una sensibilidad Country antigua, cantando sobre la pérdida, el dolor y la vagancia, y la expande con esta visión del mundo actual y moderna que—sin bromas—podría realmente salvar la música Country. Si el género puede mantener la autenticidad mientras se abre a nuevas ideas, temas y voces, entonces evolucionará, cambiará, crecerá y permanecerá relevante. En algún momento la música Country perdió su dirección, pero con artistas como Sturgill Simpson, podría muy bien continuar. Supongo que eso convierte a Simpson en una especie de mesías.
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