La galaxia cinematográfica de M83

El astrónomo francés Nicolas Louis de La Caille pasó dos años en Sudáfrica, justo en la costa del Cabo de Buena Esperanza. Hizo mapas de las estrellas y midió la distancia entre cuerpos celestiales en un intento de calcular la circunferencia exacta de la Tierra. Nadie entendía realmente lo que intentaba hacer. En ese momento, para el profano, la oscuridad entre las estrellas era simplemente una gran extensión de nada. Y entonces, cerca del final de su gira, el 23 de febrero de 1752, justo antes de que rodaran los créditos, La Caille descubrió la galaxia en espiral más brillante del cielo: M83.

No está mal como nombre para una banda francesa de synthpop.

Hurry Up, We’re Dreaming de M83 se lanzó en 2011 como un esfuerzo de estudio independiente. Pero ahora, se ha convertido en una especie de banda sonora universal. Has escuchado “Midnight City” en “The Mindy Project”, o “Warm Bodies”, o “22 Jump Street”, y “Outro”, en el tráiler de “Cloud Atlas” o “Once Upon a Time”, o “If I Stay”, o incluso en anuncios de Red Bull y Bose. La música es emocional y universal y magnética para esos sentimientos perdidos hace mucho tiempo que no tienen forma. Evoca una ráfaga de recuerdos fuertes pero nebulosos, de estar feliz o triste o enfadado. Es synthpop, es universal, es cinematográfica.

Y, como todo buen cine, es manipulativa.

Pero no creo que eso sea algo malo. De hecho, creo que es honesto. El arte se supone que debe evocar una respuesta emocional de su audiencia. M83 hace exactamente eso. Lo interesante, al menos para mí, es que las emociones que M83 evoca no son específicas. Su música no es triste y no es feliz, es una especie de pizarra emocional en blanco que nos permite proyectar y aumentar cualquier emoción con la que ya estemos lidiando. Es música que funciona por sí sola, como álbum, pero creo que en donde mejor triunfa es en el cine.

Considera a los directores de la Nueva Ola Francesa. Estaban inspirados por los Neorrealistas (especialmente el infame Rossellini) y, en oposición directa a los grandes estudios de cine, los directores de la Nueva Ola se negaban a filmar en cualquier otro lugar que no fuera en locación. En lugar de usar luces de estudio brillantes y con filtros suaves, usaban la luz natural disponible. Y en lugar de remezclar el audio después de filmar, grababan el audio en conjunto con la película. No había corrección, no había posproducción. Y es por eso que la Nueva Ola Francesa produjo todas estas películas que se sienten tan crudas.

A diferencia del cine clásico o moderno, la Nueva Ola Francesa filmaba con una estructura suelta y líneas argumentales abiertas. La emoción momento a momento se valoraba más que un arco argumental general, porque la relación entre la audiencia y la película era más un dúo que un monólogo. Es evidente en la obra maestra de la Nueva Ola Francesa de 1960 A Bout de Soufflé. Los cineastas no planearon mucho antes de filmar. Los diálogos son improvisados y hasta los actores tienen muy poca idea de lo que está pasando. Cuando ves A Bout de Soufflé es casi cómico, porque gran parte del diálogo tiene muy poco que ver con la trama real.

Pero de una manera extraña, hace que la experiencia de ver A Bout de Soufflé sea aún más atractiva. Tal vez sea porque la vida real no imita una estructura narrativa. Vamos y venimos de un día a otro, viviendo nuestras propias historias, creando nuestras propias vidas, y solo cuando miramos atrás juntamos una historia que vale la pena contar. Cada borde está inherentemente difuminado. Si ves A Bout de Soufflé cuando estás en un buen estado de ánimo, entonces es una comedia. Si lo ves cuando estás deprimido, es una tragedia.

Estas películas están despojadas, y en el lugar donde la mayoría de las películas incluyen iluminación experta y audio perfectamente nivelado, la Nueva Ola Francesa pide a su audiencia que proyecte en cada escena. Aunque nadie llamaría a M83 “despojado”, su música ciertamente pide a su audiencia que proyecte sus propias emociones.

Escucha “Outro”. Comienza con este lento crecimiento melódico, con sintetizadores, con una ligereza zumbadora que es imposible de enfocar por completo. Hay un murmullo oscuro justo después, y todo está como ingrávido. Y luego, minutos después, los vocales de Anthony Gonzalez atraviesan con una crudeza inconfundible, de tono alto y granulado. Es difícil entender lo que está diciendo porque sus vocales están mezclados tan bajos en comparación con los instrumentales. Los bordes son ásperos, a su manera, si no borrosos.

Y creo que hay una conexión aquí, entre la música impulsada por el cine de M83 y la Nueva Ola Francesa. Cuando escuchas “Too Late”, de Saturdays = Youth de M83, emprendes un viaje muy nebuloso. No importa si te gusta la canción o no, está perfectamente diseñada para llevarte al interior de tu propia mente. Juegas, fotograma a fotograma, el tráiler de tu vida. La canción puede que no sea estructuralmente compleja, pero el sonido se mezcla en esta espiral empalagosa que flota en la galaxia entre tus oídos.

Y por eso vemos la música de M83 aparecer en tantas bandas sonoras (o en el caso de You and the Night de 2013, como la banda sonora). Las personas que editan tráilers no son tontas. Juntan clips y canciones de manera inteligente para generar una conexión emocional tan fuerte como puedan dentro de una pequeña ventana de tres minutos. Lo escuchamos y nos deja sentir lo que ya estamos sintiendo, o lo que necesitemos sentir. Es música que está deliberadamente indefinida.

Eso es lo que más me gusta de M83. Sus canciones son una especie de terreno de juego para la mente. Son estos vastos paisajes de sueños emocionales que estamos invitados a explorar. No dicen ni hacen nada específicamente dirigido, y por eso, pueden decir o hacer cualquier cosa. Son colaborativos con su audiencia. La música de M83 es ubicua, siempre presente, constantemente sonando en el teatro de nuestras mentes. Como la luz de la galaxia más brillante del cielo, el parpadeo de M83 zumbando a través de todo.