Según una corriente de folklore que rodea el disco, Fiona insistió en que el nombre, Tidal, fue tomado en parte por su proximidad fonética a la divertida vacuidad de “Title.” Pero dada la salvaje fuerza de lo que había salido de ella, debió haber sabido que este magnetismo necesitaba un nombre adecuado. ¿Qué fuerza primigenia es más adecuada que las mareas para presidir una magnífica exposición de heridas? De todos modos, nada es realmente sólido en Tidal, y a pesar de la ferocidad, siempre es un álbum pacífico, como el suave golpeteo de las olas. La hipnotizante atracción de estos altibajos hace que Tidal sea aún más fácil de asimilar; es un disco que se hincha y se indigna a un nivel instintivo. Sigue siendo una de las destilaciones artísticas más importantes del trauma femenino debido a la forma en que ella canaliza su dolor, transformándolo en una tranquila fuente de poder.
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