B'lieve I'm Goin Down de Kurt Vile

En September 17, 2015

por Donivan Berube

De repente te despiertas.

O tal vez has estado despierto todo el tiempo, atrapado navegando a través de la neblina. Los mismos viejos sonidos de siempre: el tráfico, el refrigerador, la chica del vecino que vive detrás y se despierta borracha cada domingo por la mañana. Tomas tu teléfono. Lo vuelves a dejar. Lo recoges de nuevo. Mierda. Te quedas ahí un rato y te preguntas por qué todo se siente igual, por qué no puedes tocar fondo.

Es una antigua película de Jim Jarmusch, y es tan malditamente real que te hace querer llorar. Desearías poder tenerla implantada quirúrgicamente en tu oído, girando una y otra vez hasta la eternidad. Desearías poder vivir dentro de ella. Desearías haber matado a un hombre con una bola de billar para poder pedir cigarrillos en una celda de cárcel con Tom Waits y John Lurie. Lo que sea necesario. Atarías un cadáver en tu maletero si tuvieras que hacerlo.

Es Jim Jarmusch o es Kurt Vile, y sea quien sea, ellos lo entienden, y de alguna manera nos sanan. Y si tan solo pudiéramos extender la mano y tocar eso, lo que sea que hace que el exterior sea mejor que lo que tenemos por dentro. ¿No es eso lo que todos estamos persiguiendo? Así es como se siente cuando dejas caer la aguja aquí. Así es como va cuando entran las guitarras, y al menos durante dos cortas caras te sientes diferente de alguna manera. Tienes un mejor amigo.

Los álbumes de Kurt Vile son el valium puro para las venas de nuestra monotonía, y por eso los ansiamos. No importa la entrega. Kim Gordon llama a 'B'lieve I'm Goin Down' "una noche muerta en el cañón de California flotando en un paisaje casi sin agua. El disco es todo aire, ingrávido, sin cuerpo, pero arraigado en una autenticidad convincente..." Es el compositor de los compositores, diciéndonos qué sentir. No, mostrándonos lo que ni siquiera sabíamos que ya sentíamos.

Y al margen, ¿qué más hay aparte de los mismos viejos sonidos? Los días que pasamos y de los que no podemos recordar. Son buenos o malos. Significan algo o no. Dormimos y despertamos y el disco sigue girando. Desempacamos cajas para ganarnos la vida. Lavamos platos. Nos gusta o lo odiamos, intentamos y fracasamos, sin ser conscientes de la única realidad ubicua: saber que vas a fallar es la forma más rápida de llegar a la cima. Así es la vida, aunque (casi odio decirlo).

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