Cody Jinks Is Country's New Outlaw

En agosto de 2016, Cody Jinks experimentó una de las cosas más raras que un artista independiente lanzando su música por su cuenta puede experimentar: irrumpió en el Top Country Albums de Billboard, llegando al número 4, finalmente vendiendo 70,000 copias de su quinto LP, I’m Not The Devil. El éxito de Jinks parecía de la noche a la mañana: aparentemente surgió de la nada para colocarse junto a los gigantes comerciales, pero llevaba casi una década luchando como un artista de gira por pequeños bares, sacando discos de country outlaw empapados en whisky y arrepentimiento para una audiencia rabiosa, pero en crecimiento. En el mundo post-Stapleton —donde la creación de canciones y ser uno mismo ha abierto un camino de diferentes niveles de éxito para artistas como Jason Isbell y Sturgill Simpson hasta Margo Price y Tyler Childers— las canciones de mala suerte y trabajos duros de Jinks encajan perfectamente, lo que llevó al previamente autosuficiente artista a firmar con Rounder Records para su sexto LP, Lifers, su mejor LP hasta la fecha, 11 canciones de tristeza, soledad y lucha con el paso del tiempo.

Las canciones en Lifers están pobladas por personajes a menudo relegados a los márgenes de la música country en particular y de la música pop en general. Estas no son personas que puedan festejar toda la noche o que puedan darse el lujo de estar en algún lugar en la playa; son personas que llevan un cambio de ropa a su trabajo diario porque van a tener una pausa de 30 minutos entre turnos. Jinks rinde homenaje a estas personas en Lifers, particularmente en su canción homónima, que menciona a los “luchadores e incansables” y a las personas que aún luchan por alcanzar algún nivel del sueño americano. En otra parte, un hombre sorprendido por lo rápido que ha pasado su vida se mira en el espejo (“Stranger”), mientras que el tipo en “Holy Water” aún está, “tratando de llegar al hombre que” está tratando de ser, y se da cuenta de que está más lejos de lo que le gustaría. “Must Be the Whiskey” intenta encontrar una explicación plausible para los giros que toma la vida, mientras que la canción al estilo Willie Nelson “Somewhere Between I Love You And I’m Leavin’” captura una relación en un punto crítico. La composición de canciones de Jinks siempre ha sido fuerte, pero con Lifers parece que está floreciendo; ha dado suficientes vueltas al sol para escribir hermosas canciones sobre lo que es estar vivo y luchar.

Jinks, estoy contractualmenta obligado a decírtelo, solía estar en una banda de thrash-metal llamada Unchecked Aggression, antes de que accidentalmente comenzara a hacer música country. “No puedes ganar dinero tocando metal a menos que seas uno de los más grandes de los grandes. No me importaba,” Jinks le dijo a Rolling Stone Country en 2016. “No me importaba el dinero cuando empecé a tocar música country. Ni siquiera tenía la intención de comenzar a tocar música country.” Aparte de sus prolíficos tatuajes y una barba que parece crecerle en la cara desde el esternón, probablemente no hay mucho aquí que parezca un tipo que solía tocar thrash, pero puedes escuchar los restos de sus días metaleros en la forma en que Lifers muestra su agudeza con los riffs de guitarra. Puede ser grande y rítmico (“Must Be the Whiskey”) y al estilo spaghetti western (“Desert Road”), y ajustado (“Can’t Quit Enough”) y bellamente country western (“Head Case”).

Lifers es todo lo que podrías esperar de una continuación de un éxito comercial y crítico: un álbum seguro y perfectamente elaborado que confirma todas las suposiciones que tenías después del último álbum. Jinks es el verdadero negocio; no está usando el country outlaw como una máscara ni porque esté de moda. Llegó a las lecciones de vida y al sonido de Lifers de la manera honesta, a través de arduas giras y una vida dura, y ahora está haciendo la mejor música de su vida.