“Qué asombroso es que el lenguaje pueda casi significar,/ y aterrador que no lo haga del todo. Amor, decimos,/ Dios, decimos, Roma y Michiko, escribimos, y las palabras/ se equivocan.” - Jack Gilbert
Qué maravillas, y luego el inadecuado nosotros buscando palabras para cosas que no se vocalizan o escriben sin un infierno de lucha. Dejándonos con la boca abierta y conmocionados, los hombros caídos en silencio, y elevándonos con los sonidos de la noche que perduran como humo. O somos desesperanzados o esperanzados, o más es menos o estamos menos llenos, pero de cualquier manera, Camus tenía razón cuando dijo que esta simplicidad hostil es todo lo que tenemos. Esta débil fuerza de una montaña o nada; decir las cosas como eran o mentir o no decir, elegimos.
Y es cierto que las heridas dañan todos los talones, pero no hay vergüenza en intentar decir algo diferente. Es difícil ser honesto, después de todo. Pero aquí no hay canciones de redención, ningún plan de escape. Solo el testimonio paciente de todo lo que nos empuja colina arriba y nos ve caer de nuevo. De amor y deseo y cualquier cosa que nos tenga del cuello y nos sacuda de la mugre en el callejón para despertarnos. Para mantenernos vivos. Para sacarnos de los medicamentos y regresar a los bosques, océanos y estrellas de estos corazones nuestros y sentir de nuevo. Esto no es un álbum; eres tú, y eres tú, y soy yo, y es todo lo que vemos tan claramente y tememos significar cuando hablamos. Es la verdad pintada. La extenuada y fútil belleza de ser humano.
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