Hay ciertos momentos y lugares que nos hacen detenernos... Que poseen un arrebato inherente que se empapa en nosotros y nos llena con la sustancia salvaje y descontrolada del silencio mismo. Sabes de qué hablo. Esa noche en las montañas, o en la madrugada junto al lago, o ese largo viaje por la nada hacia la nada cuando todo lo que se mueve está moviéndose a través de ti. Cuando todo lo importante se ha reunido, cuidadosamente, en una o dos sílabas. El nombre de un pájaro, o una constelación, o cualquier palabra que hemos olvidado hace tiempo que significa “no quisiera que nadie más estuviera aquí que tú”, que es la misma palabra para viento-a-través-del-trigo y debió estar cerca tanto de la risa como del dolor. Y apenas puedes hablar.
Express Rising es uno de esos momentos. No escuchas Express Rising tanto como desciendes a él, lentamente, hasta que te ha cubierto. Es bautismal de esa manera. Una catedral. Hemos escuchado este álbum muchas veces, y aún no hemos logrado terminarlo completamente sin ser cambiados de alguna manera. Nos ha conmovido profundamente, y creemos que hará lo mismo por ti.